lunes, 21 de abril de 2008

Aquí inicia

Hacia tiempo que no llovía y esa tarde unas gotitas menudas se habían convertido en cuestión de minutos en un aguacero torrencial. El alcantarillado público se desbordaba por las calles dando la impresión de ser pequeñas fuentes bailarinas, el agua corría con fuerza cubriendo los baches y las banquetas parecían haber desaparecido, simplemente la ciudad se había convertido en otra. Había oscurecido más temprano que de costumbre y Sofía que tanto amaba ver los atardeceres de repente se encontró lamentando que la lluvia le hubiese impedido saborear de ese grato momento que deseaba que llegara día a día. Esta tarde era simplemente diferente y la atmósfera estaba cargada de otros colores, texturas y olores especiales. Sofía introspectiva dirigiendo su mirada hacia la ventana se encontró de repente enredada en una ola de abrazos y besos de despedida de los niños que quedaban esa tarde aún en la pequeña escuela de educación especial donde trabajaba como psicóloga. Después del último grito de adiós a lo lejos se dispuso a ponerse su abrigo verde olivo regalo de su madre en navidad y un gorro que ella misma había tejido y que le hacia un juego perfecto al calor de su vestimenta. Al salir sintió como si el tiempo se hubiese parado, la gente simplemente se encontraba arremolinada en las diferentes tiendas y esperaban de manera desesperada que la lluvia parará para reincorporarse a su vida agitada de nuevo. Sofía, quien estaba acostumbrada a fijar su atención en los pequeños detalles, en las manías de la gente y sobre todo en aquellas cosas que nadie ve o que parece a nadie importar pensó mientras se dibujaba una sonrisa traviesa en su rostro que quizá después de todo el hecho de que sus ojos perdieran una puesta de sol no iba a resultar del todo mal.

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